El camino para que un medicamento nuevo pase de investigación financiera a estar en el anaquel de una farmacia es largo y costoso. Se trata de un proceso que toma entre 7 y 15 años, y cuesta aproximadamente 1.3 billones de dólares. Además, es un camino con obstáculos, pues no todas las investigaciones emprendidas por los laboratorios en busca de una nueva medicina llegan a buen puerto: se considera que solo una de cada 10 mil moléculas candidatas a desarrollarse como fármaco llega a registrarse como tal.
Este camino azaroso se refleja directamente en el precio de medicamentos, pues los laboratorios incluyen en él los costos llamados “sombra” u “ocultos”, es decir, aquellos derivados de las investigaciones fallidas. A esto se suma el tiempo que tienen los laboratorios para recuperar lo invertido: en la mayoría de los mercados, las patentes expiran en 20 años, poco más de lo que dura la fase de desarrollo.
México y la farmacéutica
En el caso de México, por ejemplo, los medicamentos de patente tienen un precio máximo que se determina calculando un precio promedio internacional y aplicando a este los costos de distribución y comercialización.
Para el primer trimestre de este 2018, se espera en nuestro país un aumento promedio en los precios de los medicamentos de 3% para los genéricos y de 5% en el caso de las medicinas de patente. El aumento será provocado principalmente por dos factores: el primero es la depreciación del peso frente al dólar. Esto afecta porque la mayoría de los insumos que utilizan los laboratorios son comprados en dólares y porque la paridad de la moneda impacta directamente en el precio de los medicamentos de importación. El segundo factor es el aumento en el costo de los energéticos que ha encarecido la operación de los distribuidores de la farmacéutica principalmente.