Dependiendo del giro al que se dedique una empresa, la
energía eléctrica puede representar entre el 20% -como en la caso de la industria textil- y el 55% -como en el caso de la producción de aluminio- de los
costos de producción. Este elevado porcentaje demuestra por qué el suministro eléctrico, más que un gasto corriente, debe visualizarse como parte de la
estrategia corporativa.