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Por Sergio Pastrana D’Abbadie


El término “cantina” en su forma más amplia es un establecimiento en donde se sirven bebidas y algo de comer. En algunas ofrecen botana (o un menú de hasta tres tiempos) sin costo para acompañar la bebida, en otras, hay una carta para escoger; algunas son simples, otras, sofisticadas; las hay de mucha tradición bohemia y también de ambiente más contemporáneo.


Lo cierto es que, en el imaginario colectivo, la cantina mexicana, más que un simple lugar para beber, es una pequeña cápsula del alma nacional, un rincón donde la vida se toma con sal, limón y, a veces, lágrimas. Es un espacio cargado de historia, ecos de risas pasadas, boleros entonados a media voz y confesiones que salen tras largas horas de ingesta.


Las cantinas de antes, con sus puertas vaivén, sus meseros de guayabera y su barra de madera que ha visto de todo, eran casi templos laicos donde los hombres (y con el tiempo también las mujeres) iban a ahogar penas, celebrar triunfos modestos o simplemente pasar el rato. Lugares de conversación franca, de silencios compartidos y partidas de dominó entre tequilas. Ahí se tejía la vida social de un barrio, se cerraban tratos, se daban consejos, se escuchaba música (o no), y se ejercía el sagrado arte de la sobremesa larga.


Las cantinas modernas han cambiado de rostro. Muchas abren sus puertas a públicos diversos, actualizan su menú, traen propuestas culturales, y se llenan de juventud buscando un toque auténtico. Otras conservan su esencia intacta: el piso de mosaico, el ventilador oxidado, la botana generosa y el cantinero que conoce más secretos que un sacerdote.


La cantina es, al final, un espejo de México: caótica y entrañable, desgarrada y festiva, profunda y llena de color. Un lugar donde el tiempo se suspende y donde, entre un trago y otro, se revela algo del corazón de este país y de quienes lo habitan. Por eso hicimos una lista de algunas de las cantinas de la Ciudad de México a la que hay que ir al menos una vez en la vida.

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Inspirada en el universo de la novela Filomeno y en el esplendor del porfiriato, aquí se honra la tradición de las antiguas cantinas mexicanas, combinando sabores clásicos con una visión contemporánea. El chef Alfredo González Rivas creó un menú que revive platillos entrañables como sopes de tuétano, coctel de camarón estilo Acapulco, chicharrón en salsa verde y pescado en costra de sal, todo en el marco de una casona de principios del siglo XX, con sillares de Piedra, escalinatas de mármol, vitrales originales y balcones que celebran al México que fue.

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Es una cantina del siglo XXI en el corazón de la Cuauhtémoc. Con el encanto de las cantinas clásicas, pero un toque moderno y relajado, es ideal para tomar unos buenos tragos, botanear rico y pasarla bien. El ambiente es animado y acogedor, con una decoración que mezcla elementos tradicionales y contemporáneos. La barra central ofrece una amplia variedad de licores y cocteles, y en el segundo piso se encuentra el Salón Babalú, donde hay clases de salsa y eventos en vivo. El menú presenta platillos mexicanos con un toque innovador, como tacos de canasta de pato y chamorro al horno.

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Desde hace más de 30 años, en una casona compuesta por tres niveles, en la colonia Condesa, la Montejo satisface el paladar de los amantes de la cocina yucateca y de los conocedores de la bohemia citadina. En la planta baja está la cantina, donde hay “botana” gratis siempre y cuando se ordene de beber y se puede jugar dominó; arriba (primer y segundo piso) está el restaurante, donde el ambiente es mucho más relajado y familiar. El menú es igual en cualquier piso, una auténtica celebración al sureste mexicano con tacos o panuchos de cochinita, tacos de pavo en escabeche, sopa de lima, panuchos de cazón, relleno negro o queso relleno.  

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Un lugar de toda la vida para comer, beber y pasarla bien con comida española, buen servicio y ambiente bohemio y diverso, en el que conviven adultos mayores que juegan dominó, con jóvenes de la zona y grupos de extranjeros en shorts.

 

Es un salón amplísimo, sin música, bullicioso pero cómodo. Hay que probar la tortilla española, las puntas de filete a la mexicana y la paella, todo muy vasto. Los tragos, largos, sencillos y bien servidos; la carta de vinos, amplia. El servicio es de primer nivel. Aquí el mesero se aprende lo que estás tomando y solo hay que voltear a verlo cuando quieres más.

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Gran Cantina Filomeno

Plaza Río de Janeiro 54, Roma Norte, Cuauhtémoc, 06700. Ciudad de México

https://cantinafilomeno.com.mx/

 

Salón Ríos

Río Nilo 71, Cuauhtémoc, 06500. Ciudad de México

https://salonrios.mx/

 

Montejo

Av. Benjamín Franklin 261-A, Condesa, Cuauhtémoc, 06140. Ciudad de México

https://lamontejo.com/

 

Covadonga

Puebla 121, Roma Norte, Cuauhtémoc, 06700. Ciudad de México

https://www.instagram.com/cantinacovadonga/

 

 

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