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Por Sergio Pastrana D’Abbadie

 

La chef Paola Sepúlveda ha estado cerca de la cocina desde niña, cuando ayudaba a su mamá a engrasar moldes para hornear galletas. Años después, tras algunas dudas sobre qué rumbo tomar en su vida profesional, fue precisamente su madre quien le dio el empujón necesario para seguir el camino de su verdadera vocación.

 

Investigadora nata, lectora incansable y profundamente estudiosa, pasó un tiempo en Lyon antes de regresar a México, donde se dedicó a investigar la gastronomía maya y a trabajar como chef privada. Durante la pandemia, abrió Panadería San Simón, en Valle de Bravo, que, aunque se llama “panadería” en realidad es un restaurante con menú fijo (hay que probar las pizzas). Feral es su proyecto más reciente.

Ubicado en la esquina de Teotihuacan y Av. México, justo frente al Parque México, en la planta baja de un edificio art déco, típico de la colonia Condesa de la Ciudad de México, Feral se presenta como un espacio rodeado de verde, con un aire elegante pero relajado. Una placa dorada da la bienvenida a este lugar de cocina abierta que invita a quedarse toda la tarde.


En su carta se perciben con claridad las influencias de la chef: la cocina mexicana, por supuesto, se entrelaza con matices asiáticos y franceses.

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La experiencia comenzó con los buñuelos de maíz blanco, acompañados de una masala de la casa y alioli de salsa macha. Tienen una textura chiclosa, pero un sabor profundo y bien logrado. Vale la pena probarlos solos y luego con el alioli.


Seguimos con la bun cha ta: pequeñas albóndigas agridulces de cerdo con noodles de arroz, albahaca, menta, cilantro y nuoc cham de habanero. Ideal para compartir entre dos, este plato evoca con fidelidad los sabores de la comida callejera del sudeste asiático.

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La estrella de la tarde fue el pollo orgánico con velouté (una de las cinco salsas madre de la cocina clásica francesa) trufada de limón eureka. Una preparación verdaderamente espectacular. Aquí, la chef Sepúlveda despliega técnica y sazón con maestría. Un imperdible de la casa. 

Para el cierre, llamó la atención el postre: higo, mascarpone, miel melipona y tomillo. Una combinación cuya forma es mejor dejar como sorpresa.


Feral también ofrece una sólida carta de cócteles y una selección de vinos, nacionales e internacionales, pensada para acompañar perfectamente cada plato. Puntos extra por todo lo que no tiene que ver directamente con la comida: el ambiente, el mobiliario, el servicio y hasta la música.


Ideal para ir en pareja, con amigos o incluso en solitario, Feral es de esos lugares que llegaron para quedarse.

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Feral

Av México 157, Hipódromo Condesa, Cuauhtémoc, 06100. Ciudad de México.

https://www.instagram.com/feral_rest/ 

 

 

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